1969-1. Palabras cerca del color, calor y olor
de Ismael Colmenares, Maylo
Reseña y fragmentos
Divertida novela inmersa en el contexto juvenil de la Ciudad de México de 1968, narrada en pleno movimiento estudiantil por un estudiante recién ingresado a la UNAM, a “Paciencias Políticas y Sexuales”. Brigadista de teatro y propaganda, él y su grupo de amigos son violentamente atacados durante una manifestación por trabajadores del servicio de basura, quienes pertenecen a una mafia que abastece al gobierno de acarreados y golpeadores. La guerra entre universitarios y pepenadores se vuelve un asunto personal de nuestro protagonista. Dejamos a continuación una probadita de sus propias palabras cerca del color, calor y olor…
El color…
Un día encuentras la convocatoria para un grupo de teatro, te das cuenta que tú, bueno yo, con aspiraciones intelectuales, culturales, artísticas dispersas, tienes frente a ti una puerta que concilia necesidades al encontrarte a otros igual de desubicados que tú, y una idea común: no sólo estudiar, además hacer teatro, música… ¡Puta, qué chingón! (p.14).
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La huelga continúa. Participamos activamente en el movimiento y con nuestra brigada teatral: El moco pasa. Hacemos presentaciones dentro y fuera de CU, en plazas, camiones, parques. Usamos la improvisación, desarrollamos conflictos de todo tipo, hay montajes divertidos, monólogos, diálogos sexuales, problemas sociales y estudiantiles. Existe una propuesta y toma cuerpo de obra, se llama: La importancia de los mocos o Pocos, pero naciste. (p.19)
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Al término del monólogo se pide dinero, mientras otros cantamos una parodia sobre la rola de Álvaro Carrillo, “La mentira…”.
Se te olvida,
que es tu pueblo el que te paga la comida
y que mientras tú te pasas la gran vida
otros mueren de ayunar. (p.21)
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La propuesta se aceptó. Me fui de brigada con Laura Fresnillo y durante la noche del sábado juntamos ocho perros, les dimos comida y los pintamos. «DÍAZ ORDAZ ASESINO», «PRESOS POLÍTICOS LIBERTAD», «MI PRIMO ES GRANADERO QUÉ VERGÜENZA», «POLI, CHAPINGO, UNAM, JUNTOS». Pintados por la ciudad difundirán nuestras ideas y evitamos la represión directa. Ni modo que los agarren los agentes y con buenas costumbres pregunten: “¿Quién te mandó, perro? ¡No te pongas perro porque te madreo! ¡Confiesa, tu madre es una perra! (p.30)
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No aspiro a ser autoridad ni autoritario; prefiero a los hippies que a los ministros; a los anarquistas que a los abogados; al rock que a Ray Conniff; a la masturbación que a la abstinencia; coger mucho a coger poco. La poesía por el discurso, la vida en vez de la muerte. ESTAMOS LOS MÚSICOS Y TEATREROS EN 1969 -1. (p.73)
El calor…
Cuando llegamos dijo:
—Éste es el lugar de trabajo de mi madre, adelante.
—¡Cuántos libros!
—Sí, pero no nos vamos a poner a leer.
—Pues no. Te voy a confesar una cosa: estoy nervioso, me traes pendejo.
—Mejor bésame… ¿Por qué no cierras los ojos?
—Así te veo, o me vas a decir que tú los cierras.
—Sí.
—¿Y no ves tantito?
—Chúpame el labio de arriba, no me beses la oreja, no me gusta, méteme la lengua. ¡Qué rico! Quietas las manos, yo digo cuándo.
—Y tú ¿qué haces?
—Bajarte los pantalones. —Pero es que…
—No me digas que estás en tu mes, cabrón. (p.23)
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—¿A ti te gusta mi hermana?
—Sí, ustedes son muy guapas. De veras.
—Gracias. ¿Quieres ir conmigo a casa de mi amiga? Es una excompañera del Anglo, es divorciada.
Dentro de mí escuché el canto de Mexicanos al grito de órale. Sentí vivir más rápido que Pancho López, mi suerte era mejor que la de Julio Alemán en Safo 64. Pasé de la edad de la tentación a la edad de la acción. Quise parecer astuto y decidido hablando de los problemas estudiantiles, la represión, etc.
—Raquel, te presento a Toño.
Estuve a punto de decirle Mucho busto. Mis ojos me traicionaron, mi voz no. (p.47)
El olor…
De regreso por Dolores, de un camión de basura se bajan seis cabrones más huevoncitos que nosotros y tortean a Laura. Juan les echa bronca, el cara de escroto saca su navaja y la deja ir al estómago a Juan Armando. Salazar descuenta al de la navaja. Yo recibí un madrazo, un palo sobre la cara me desplomó, Víctor entra a la bronca igual que la Gorda y Carola. Laura gritó. El que daba órdenes, un hombre regordete, chaparro, saca su pistola para dispararle a quemarropa a Armando, el Malagueño; Alonso le llega por detrás y lo tira, la Gorda le avienta el tambor, dos de los huevoncitos patean a Paty y a Alonso. Los gritos de Laura tuvieron eco, se descuelgan estudiantes a ayudarnos; alarmados, los de la basura sacan sus cuetes y disparan, nos tiramos al suelo y ellos aprovechan para subir al camión; algún valiente les lanzó una piedra y sólo escuchamos cuando el regordete gritaba —¡Ya verán, cabrones, los voy a encontrar y los voy a matar, ya verán! (p.17)
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El control de pepenadores y choferes de limpia le permitió a Rafael Gutiérrez Moreno aglutinar una fuerza política y negociar con las autoridades del DDF. En dos horas logra llevar hasta 15 mil personas a cualquier acto de apoyo a favor del Partido Revolucionario Institucional. Al cabo de tres años, con el negocio de la basura concentró una extraordinaria fortuna. Entre sus obsesiones, las mujeres de entre catorce y veinte años. Su fin, llegar a tener cien hijos, a todos bautizarlos con su nombre.
A finales de 1967 formó un grupo paramilitar bajo la consigna de mantener “la paz y el progreso” y colaborar con el gobierno del PRI. El 26 de julio de este año, 1968, el grupo de Moheno actuó rompiendo aparadores de tiendas lujosas, provocó a los jóvenes y los reprimió. (p.28)
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Entramos a otro mundo asquerosamente oloroso, con cien mil moscas per capita; no podía abrir la boca, Díaz Ordaz se muere a la primera risa.